Un año después

El 13 de febrero se produjo el primer muerto oficial por COVID-19 en España. Aquí en Valencia.

El 5 de febrero, el fabricante coreano LG había anunciado que suspendía su presencia en Mobile World Congress (MWC) de Barcelona por los riesgos del coronavirus. El 12 de febrero la asociación de operadores que organiza el evento (GSMA) decidió cancelar la fería tencológica.

Desde “los gobiernos”, nacional, autonómicos y municipales, casi nadie quiso darse por enterado. Revisar en la hemeroteca las declaraciones de esos días asquea.

Después vino todo aquello de los partidos de fútbol del Valencia CF en Milán, las “mascletaes” y demás eventos que no podían anularse porque el 8M estaba ahí y había que seguir con la campaña permanente. Las manifestaciones del 8M con el COVID-19 en acompañando, lamentables.

Todo esto colaboró para garantizar un buen arranque de la pandemia en España y la peor gestión de la crisis sanitaria. Un gobierno presidido por el peor presidente posible, apoyando por lo peor del espectro político nacional y con el peor gabinete ministerial imaginable. Hemos tenido que sufrir los consejos del “científico” Simón y los de los “comités científicos” inexistentes. Todo en línea con el “doctor” de La Moncloa, que una vez “vencida” la primera ola del virus abandonó sus responsabilidades en manos de la autonomías (atándoles las manos) y que ya nos lleva por la tercera ola. Entretanto nombró ministro de Sanidad al candidato del PSC a la Generalitat de Catalunya para exhibirlo a diario y que los catalanes lo compraran, como el inexistente “Cacao Maravillao” de los años 90. “Simón e Illa”, que merendilla!!!

Estos días Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo, designado por el presidente de la Republica Sergio Mattarella tras la dimisión de Giuseppe Conte, para formar gobierno, ha conseguido los apoyos necesarios y ha formado un Ejecutivo.

El objetivo de este gobierno es la gestión de la pandemia del COVID-19 y de los fondos europeos (más de 200.000 millones de euros) para la recuperación.

De los 23 ministros hay 15 políticos de los seis partidos que le apoyan y 8 técnicos en ministerios tan importante como Economía, Educación, Justicia, Interior…

Ocho mujeres y quince hombres.

Visto el currículo de Draghi (este sí que se doctoró de verdad) y de los miembros de su gabinete y comparándolo con los de la banda que dirige España solo puede producir cierto agravio. Seguro que Draghi tiene alguna mancha (lleva muchos años de actividad pública y privada), pero la sensación de disciplina y fiabilidad que transmite, no se puede encontrar en el gobierno español. Ni su experiencia.

Viendo como Draghi ha conseguido el apoyo de un amplio espectro político y como en España han aupado a Sánchez a la presidencia del gobierno los partidos golpistas, independentistas y proetarras, cuyo interés es que en el gobierno nacional esté lo peor, lo débil, lo chantajeable no se puede más que envidiar a los italianos. Sufrieron y están sufriendo la pandemia y la crisis económica aparejada, pero demuestran tener una consciencia de lo que se nos viene encima, que se echa en falta en este país.

Un gabinete formado en parte por profesionales con la vida resuelta, ofrece una esperanza a los italianos que nunca encontraremos en el gobierno Sánchez, su vice Iglesias y la corte de ineptos que nos parasita, que han hecho de la política su medio de vida.

Decía Groucho Marx: “Nunca sería de un club que acepte gente como yo”.

Que lástima que no se lo apliquen los miembros de este gobierno.

Febrero 2021

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