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DIPUTACIÓN: EL CLUB DE LOS ESTÓMAGOS AGRADECIDOS.

Son varias las razones las que me motivan a redactar esta carta de denuncia hacia una institución que tiene más de doscientos años de historia, una institución que necesita una transformación profunda o incluso la posibilidad de su eliminación progresiva, posibilidad de la cual soy partidario.

Para resumir, he escogido tres razones por la cuales explico porque la Diputación  y su modelo de funcionamiento no encajan en la sociedad actual.

Razón primera. La motivación política.

La Diputación es una herramienta política diseñada a uso y  medida para los cargos políticos de los Ayuntamientos de la provincia de Valencia.

La Diputación es un canal de producción continua de subvenciones cuyo objetivo primero es la foto del Político, la foto de todos los grupos políticos pero con preferencia de quien la gobierna.

Hay dos tipos de subvenciones, las de tipo obra con inauguración con el casco y las subvenciones a asociaciones y colectivos.

En las primeras, las tipo casco, se les da dinero a los municipios para que realicen obras de corta duración, con el objetivo final de las fotos de inauguración con el casco encajado con dificultad en las cabezas de diputados y alcaldes.

La mayoría de estas obras son obras de maquillaje, proyectos que no vienen  de un gran plan o proyecto.

No vienen de un plan o estudio a largo plazo para mejorar la educación, el i+d, el comercio, el empleo o la rehabilitación a medio largo plazo.

Explicar que las obras o proyectos  cuyo efecto sea  a largo plazo no interesa para estas instituciones, ya que quienes  subvencionaron las obras ya no saldrían en la foto, se arriesgarían pasado el tiempo a estar en otra institución o peor aún en la oposición.

El segundo tipo de subvenciones son las de asociaciones y colectivos.

Estas subvenciones están diseñadas para satisfacer las necesidades de numerosos grupos sociales en forma de ayudas.

Unas ayudas diseñadas  para poder justificar la existencia de la Diputación  y su utilidad dentro de nuestra sociedad.

En mi humilde opinión, son  los propios ayuntamientos (con el dinero de la diputación) los que tienen mucho más potencial para atender las necesidades de nuestros colectivos.

Sus técnicos y trabajadores tienen contacto directo con nuestros vecinos y conocen mejor sus inquietudes, son capaces de diseñar verdaderas ayudas que resuelvan mejor sus problemas.

Nuestra institución, La Diputación, no ha cumplido con su objetivo. Un órgano institucional que publica las mismas ayudas para todos los municipios y colectivos, cuando los problemas son siempre diferentes según que poblaciones de nuestra provincia.

Como ejemplo la mayoría de municipios de la provincia con césped artificial en los campos de futbol y alumbrados de Led , cuando posiblemente las urgencias eran otras.

 

 

Razón segunda. La motivación económica.

Para aquellos que defienden con fervor el uso y valor social de la Diputación en su atención a los municipios pequeños. Totalmente de acuerdo, pero con el actual sistema un no rotundo.

Porque si  un servicio que ofrece la Diputación que podría valer 10 pero nos cuesta a los valencianos 50 es más que cuestionable.

Un servicio cuya base no se cuestiona, su objetivo de atención a los pueblos pequeños tampoco, pero si se pone en duda su forma y  sobretodo su coste.

El enorme avance tecnológico de los últimos diez años exige un cambio, una progresión y una simplificación.

Con la profesionalización de los ayuntamientos aparece la  posibilidad de mancomunar muchos de los servicios a municipios vecinos o aldeas de escasa población.

Como entender que se ofrezcan servicios a municipios desde una institución ubicada en muchos casos a decenas de kilómetros, cuando cruzando el pueblo de al lado tendrías estos mismos servicios, evitando así trámites burocráticos y costes innecesarios.

Existen muchas otras fórmulas e instrumentos para atender las necesidades de todos los ciudadanos sin necesidad de pasar por este enorme dinosaurio llamado Diputación.

Razón tercera. La agencia de colocación de empresas y amigos.

No hace falta extenderse ni  dar muchos detalles para justificar la supresión de la Diputación como causa de lo que aquí menciono.

De sobra es conocido por la sociedad valenciana el mal uso que se ha hecho de esta centenaria institución a lo largo de los años para convertirse en un club de los estómagos agradecidos.

La Diputación utilizada como moneda de cambio para zanjar favores políticos está al orden del día y de sobra conocido por los ciudadanos valencianos.

Estas tres son algunas de las muchas razones  para desmontar el actual papel de la Diputación dentro de  nuestra sociedad.

Desde esta carta hago un llamamiento para que no esperemos que sean otros los que pongan en marcha el cambio de dirección a esta lamentable situación.

No esperemos que sean otros los que disuelvan las Diputaciones porque esos otros somos todos nosotros.