EMPOBRECER

Las dictaduras socialistas se perpetúan aumentando y consolidando la pobreza.

La pobreza es una enfermedad. El enfermo solo mejora si  tiene posibilidad de generar riqueza. El mejor tratamiento de choque. La otra prescripción médica para esta enfermedad suele ser cambiar de aires.

Cuba, a pesar de la escasa información que nos llega, es el ejemplo de como un país rico se convierte en un enfermo terminal. Venezuela es otro ejemplo. Ambos países progresistas e igualitarios.

Menos las élites, el resto de cubanos residentes en la isla están en situación de IGUALDAD. Escasean los alimentos y las medicinas para todos. El progresismo ha igualado en la miseria a los cubanos. A la crisis económica y energética se le suma la crisis sanitaria. Un desastre total, pero muy igualitario, que en eso consiste el progresismo. Los cubanos están muy mal (hambre y enfermedad), pero es el modelo de Yolanda Díaz. Y de Sánchez.

El camino hacia el socialismo es generar pobreza. Crear una masa de esclavos de la subvención que les permitan perpetuarse en el poder. Y ampliar esa masa de votantes recurriendo a cualquier colectivo que esté dispuesto a cambiar voto por sopa boba. Desde artistas de la subvención, sindicalistas piqueteros y vividores de chiringuitos varios. Como si el dinero fuera inagotable y el sistema de paguitas sostenible y universal. Paguitas para nacionales e inmigrantes. Mientras, por el efecto llamada entran por la puerta de atrás miles de inmigrantes, mayores y menores; los jóvenes españoles más preparados optan por “cambiar de aires”. Huyen de la enfermedad. No se resignan a los cuidados paliativos del progresismo. Quieren ser dueños de su destino.

Pero las cosas son como son y el mensaje de igualdad cala. Si le preguntan a un pobre si consideraría justo que todos sean igual de pobres que él, la respuesta mayoritaria sería que sí. Es una posición ilógica, pero entendible. Se llama resentimiento.

Y este resentimiento es el que explota el progresismo. En lugar de crear las condiciones para mejorar la vida del pobre, opta por ampliar su número agitando ese resentimiento. Quiere tener el monopolio y explotación de los pobres. Acaparar medios. Controlar educación y sanidad, demonizando la educación y sanidad privada. Y el rebaño lo acepta. Sin cuestionarse nada. Sin pensar.

Por ejemplo, consideremos que la Educación Pública es una tarta de limón de 800 gramos que pagan entre ocho personas y que se divide en ocho porciones. Cada uno se comería 1/8 de tarta, es decir una porción de 100 gramos de tarta. Pero dos personas deciden que ellos se pagarán de su bolsillo otro pedazo de tarta de fresa, porque les gusta más la fresa que el limón. Ello supone que la tarta de 800 gramos se va a dividir en seis partes y que cada uno de los seis le tocará un pedazo de 133 gramos (un 33% más). O salen a más o la tarta a adquirir será de 600 gramos y por tanto más barata para los que la pagan. Y ello gracias a que dos personas, deciden libremente comprar la tarta que les gusta sin dejar de contribuir a la tarta de los demás.

Esto tan sencillo de entender, es difícil de aceptar. El resentido que come la tarta de limón (que además nos dicen en la pastelería que es la mejor) no quiere que los otros dos coman la tarta de fresa. Todos iguales, aunque me perjudique y salga a menos tarta.

Algo similar sucede con la Sanidad. Querer eliminar la sanidad privada es cargar la pública (que no gratuita) lo cual se materializa en peor atención y mayor gasto.

¿Qué explicación tiene un comportamiento tan irracional?

Con la excusa de la igualdad, se ejerce un control en dos áreas tan importantes en la vida de las personas como son la Educación y la Sanidad. La Educación Pública se convierte en un arma de adoctrinamiento y junto con la Sanidad en el hábitat de liberados sindicales y activistas políticos a la orden de las instrucciones del “progresismo”. Ello nos hace menos libres y más dependientes. Sin libertad de elección, lo que deriva en menor calidad, al no tener que competir.

Y si no es así, que alguien conteste a la siguiente pregunta: Si la Educación Pública es mejor y además gratuita, ¿por qué cada vez más padres escolarizan a sus hijos en centros concertados o privados?

¿Y por qué les molesta tanto a nuestros gobernantes progresistas la libertad de elección?

A empobrecer en lo económico y lo personal, ahora se le llama progresismo. Y cuenta con el apoyo de muchos resentidos que no quieren ver que sus consecuencias les alcanzarán inevitablemente.

Se quedarán sin derechos. Ni siquiera a elegir a sus gobernantes.

Ahí tienen a Venezuela.

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