¿Quién piensa en nuestros mayores?

Todavía no somos conscientes del alcance y prolongación en el tiempo del desastre que estamos viviendo. Tras los primeros días de frenesí intentando vaciar bajos y sótanos de  vehículos, enseres ya inservibles y barro (tarea no finalizada) vamos tomando contacto con la realidad. La nuestra y la de vecinos, amigos y conocidos.

Muchos han sido los perjudicados. Personas, negocios y proyectos. Pero quizá hay un colectivo que está sufriendo una situación de impotencia como ningún otro. Son nuestros mayores.

Personas de muy avanzada edad, menguadas en sus fuerzas, con una economía débil, pensiones laborales bajas o de viudedad mínimas. Personas, que teniendo poco, lo tenían todo pagado y podían subsistir con esas ingresos mínimos. Sin ningún lujo y muchas carencias. Pero vivían e incluso ayudaban a hijos y nietos. Ahora la inundación se lo llevó todo, que aunque poco, en la mayoría de los casos será imposible reponer. Las fuerzas no acompañan y el golpe ha sido demasiado duro.

Y son estos los que menos posibilidades tienen para acceder a esas posibles ayudas tan publicitadas. Comenzando por problemas de movilidad, barreras burocráticas y la imposibilidad de manejarse con medios electrónicos y aplicaciones informáticas.

Desde el ayuntamiento, que conoce la existencia de cada uno de nuestros ancianos, donde viven, su edad y grado de dependencia se debería establecer un servicio de apoyo. Desde el ayuntamiento ha sido posible felicitar a estos ancianos por su aniversario, visitarles y hacer la foto de rigor. Ahora es el momento de la verdadera foto. Los servicios municipales (hay una extensa plantilla) deberían volcarse con este colectivo. Algunos están acogidos por sus familiares habiéndolo perdido todo. Otros intentan recomponer su hogar con ayudas de su círculo más cercano. A la mayoría se les secaron las lágrimas.

Son los más débiles y por tanto los primeros que requieren atención. Desde el ayuntamiento tienen que ponerse a su disposición, visitarles, informales de sus derechos, facilitarles todos los trámites y hacerles sentir que no están solos. Que hay esperanza.

Y ES URGENTE.

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