ANÓMALA

Esta semana un diputado del PP ha llamado a la ministra Morant la “Caniche de Gandía” y a la delegada conectada “Ratonera de Valencia”. No sabe mucho de perros o de perras este diputado.

Así como lo de “Galgo de Paiporta” ha calado, porque todos vimos la imagen huyendo de una caña que ni golpeó a “Yo estoy bien”, ni lo de caniche ni lo de ratonera hacen justicia. Ni a la raza canina. Diana Morant, es una persona insulsa y los caniches suelen ser activos. Los único que la acercaría a la raza canina es la teórica fidelidad al amo. En cuanto a Pilar Bernabé, ha contestado que el ratonero (también llamado perro de bodega) y en valenciano “rater” es poco menos que el guardián de la “riqueza y esplendor del pueblo valenciano”. Muy cursi el tweet y más el que se lo haya escrito

Es verdad, que en el PP no son los más avispado. Ni los más sagaces o previsores. Dice Bernabé que no “están avispados”, cuando seguramente querría decir “son avispados”. Suena mejor. Como mejor suena “son sagaces” que “están sagaces”.

Hay que aclararle que, en algún tiempo, el “rater” se utilizaba para cazar ratas de los arrozales, que algunos consideraban un manjar. Ahora han quedado como mascotas.

Pero volviendo a Bernabé, parece que ella por comparación se identifica con una exterminadora de ratas y protectora de la riqueza y esplendor valenciano. Nos cuesta verla así.

En otro símil canino, por su dedicación, está más cerca del típico “gos insultaor de barraca”

¡Que papel le han encomendado! Se ve obligada a decir que protegerá a Mazón (ella no, las fuerzas de seguridad a su mando) para acto seguido comenzar a caldear el ambiente y atacarlo verbalmente. No puede dejar de insultar. Es la condición del alacrán.

Su misión no debe ser como la del “gos de barraca”, ladrar y morder en los tobillos a los que se acercaban. Debiera dedicarse a que el gobierno del que forma parte, cumpla. Que se paguen las indemnizaciones, que se ayude a la gente y no a decir durante meses los millones que va a dedicar el gobierno de Sánchez y que no llegan al bolsillo del particular ni de las empresas. Más bien al contrario, sangrando con el IVA las reparaciones y vehículos adquiridos y sin llegar las compensaciones prometidas.

¿No se pregunta cuantos negocios no se abren de nuevo? ¿Cuántos ancianos no bajan a la calle porque no tienen ascensor? ¿Cuántos vehículos hay aparcados en jardines y plazas porque no tienen el garaje operativo? ¿Cuántas trenes no funcionan porque las vías están reventadas?

Y no venga con la chorrada de las competencias, que para cobrar sí que las tienen.

No sabemos qué pensarán los perros, como parte aludida. Pero somos muchos los que lo tenemos claro: Su gobierno tiene más manchas que 101 dálmatas.

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