“I” mayúscula de Irene Montero

Indignante, ignorante, incoherente, infantil, intolerante, inmoral, ingrata, irracional, irritante, insensata, impresentable, incompetente, inútil, infeliz… IRENE.

¿Qué hay en esa cabeza además de complejos extraños y odio?

Una persona que dice defender a las mujeres y cuyo único mérito ha sido saber arrimarse a quien la ha colocado en la inmerecida posición que ocupa fruto de una moción basada en una condena por corrupción que nunca se dio y que no tiene reparos en gobernar con el partido de los EREs, condenado por corrupción. Al por mayor.

Decía con su verborrea mitinera que “parece que a algunos señores les molesta que una cajera de supermercado, hija de un mozo de mudanza y una maestra de escuela, pueda ser ministra”.

No, Irene. Molestan los parásitos que vienen a arruinar moral y económicamente al país y al mismo tiempo se enriquecen y malgastan el producto del esfuerzo de la gente honrada.

Molestan tus decisiones soportadas por la necesidad de apoyos de Sánchez que solo han traído a la sociedad retroceso y pérdida de valores. Solo tu reducido club de fans que vive de tus chiringuitos (que son nuestros impuestos) te soporta. Destilas odio a las mujeres y lo proyectas en los hombres.

Harías bien si, ya millonaria como eres, montaras una academia para dar clases de feminismo a juezas y jueces, que seguramente no tienen la preparación que tú tienes. Podrías montarla en Venezuela. O mejor en Irán.  Y podrías llevarte contigo a tu “número dos”, gran trabajadora como tú antes de vivir de la política, Angela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad y Violencia de Género. Aquella que llamó “puta coja” a Carmen Santos que fue secretaria general de Podemos Galicia. Una prenda como tú. Otra trepa vividora. 119.500 euros “levanta” la niña. Sin vida laboral anterior.

Diciembre 2022

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