Cualquiera que tenga unos años, mire atrás y compare con el gobierno que tenemos (quizá gobiernos, no debemos dejar fuera a las autonomías ni ayuntamientos) no puede dejar de pensar como hemos caído tan bajo. No ha sido una caída brusca, pero si una caída continua durante décadas y acelerada en los últimos años y especialmente en los últimos meses.
En teoría vivimos en democracia, en un estado de bienestar y gobernados por progresistas.
Ni lo uno, ni lo otro y desgraciadamente progresando hacía el precipicio.
Si los miembros del consejo de ministros fueran familiares nuestros, nos avergonzaría enseñar la foto de la comida de Navidad. Incluso si la foto fuera de antes de tomar las copas. De muy pocos estaríamos orgullosos. Nos esconderíamos detrás de Ábalos para no salir. No son fiables.
¿Prestarías 200 euros a cualquiera de ellos con su promesa de devolución? . ¿Te asociarías con alguno de ellos para montar una sociedad y te irías una semana de vacaciones dejando el control al socio?. Más concretamente: ¿Otorgarías plenos poderes a tu socio para gestionar esa sociedad en la que has invertido dinero y esfuerzo?. Seguro que no. Sin embargo los españolitos les hemos dado todo el poder en el gobierno de España?. Sí, con el apoyo de lo peor del arco parlamentario, pero con votos suficientes para poder recabar esos apoyos. Efectivamente, no se puede caer más bajo.
¿Y como hemos llegado aquí? Seguramente porque no valoramos lo que tenemos. Nos ha costado tan poco que aparentemente no tiene valor. Lo podemos malgastar.
Por ejemplo, desperdiciamos la educación porque es gratuita. Como es gratuita no “vale” nada, es un regalo y a “caballo regalado no le mires el dentado”, con lo que tampoco vamos a exigir demasiada calidad. Un aparca hijos. Lo que queremos es que nuestros niños y jóvenes (perdón, y jóvenas) pasen de curso y les den el papelito que acredite que lo han hecho. Perfecto, ningún problema para irse de vacaciones sin la espada de Damocles de las recuperaciones. Los padres contentos y orgullos. Todos aprueban y son pocos los que se educan. Poca exigencia que ha ido degenerando. Con la pandemia se ha llegado prácticamente al aprobado general. Y sin demasiado esfuerzo. Eso es lo nuestro, que nos lo den . Que nos lo den fácil. Y que nos den más.
Si aprobar es tan fácil y eso nos lleva a una edad entre 16 y 23 años (con máster incluido) ¿como nos van a exigir que trabajemos por escasos 1.000 euros?. Ocho horas diarias. Con un jefe o un encargado controlando. No. Eso no. Que me den. Que me den algo. Una paguita, una ayuda, una subvención o una “beca” aunque suspenda. Que me den un puesto de interino en un ayuntamiento o un empleo en un chiringuito público. Y de ahí se puede llegar a alcalde, incluso a ministro siendo un analfabeto funcional. Que ahí nadie te controla y si eres un desastre como gestor, incluso un corrupto, va a ser muy difícil que te deriven responsabilidades. Eres cargo político “por la Gracia de la Papeleta del Pueblo”. Y punto. Uno más con el espíritu de sacrificio templado en la fragua del esfuerzo mínimo y el gratis total. Uno más para esa ficticia foto “familiar” de Navidad.
Esta cultura del “todo gratis y sin esfuerzo” que se inicia en el periodo escolar cala pronto y profundamente. Los humanos nos adaptamos rápidamente a la ley del mínimo esfuerzo. Después todo vendrá dado con mayor facilidad. Ya se encargarán nuestros “progresistas” e “igualitarios” políticos en hacernos confundir la mediocridad general con igualdad y vendernos esa falsa igualdad como algo bueno. Y la igualdad por si, no es buena. Seguramente hay mayor igualdad entre los cubanos de la isla que entre los cubanos de Florida, pero los cubanos escapan a Estados Unidos a mejorar, para dejar de ser iguales en la miseria. En Venezuela tenemos otro trágico ejemplo.
Parece que esta deriva no se quiere ver por la sociedad española. Hemos dado poderes a políticos que los van a utilizar en avanzar hacia la igualdad en la mediocridad y la miseria.
Nos venden las bondades del Estado de Bienestar y constantemente tienen que estar achicando la vías de agua con mayores ayudas sociales. Dando oxígeno de una bombona vacía. Se vanaglorian como la ministra de Trabajo de tener el mayor número de parados como si esto fuera un mérito del Estado de Bienestar. La deuda que “papá Estado” va a dejar en herencia a nuestros hijos no la podremos eludir y tenemos que oír a indocumentados como Echenique alegrarse porque se elimina el techo de gasto. Que nos den más. Que ahora la “abuela” Europa nos envía dinero y papá Estado va a tener para repartir. El dinero llueve, sin esfuerzo. ¡Viva!
Pero el gobierno va a repartir según sus intereses a sus amigos y grupos de apoyo y después la limosna del forraje necesario para mantener el pesebre del voto, pero nos va a apuntar la deuda a los españolitos de a pie. Y aquí no vale heredar a beneficio de inventario. Nos vamos a comer la deuda enterita. Que va a engordar la que ya tenemos. Y como no la vamos a poder pagar en las condiciones actuales de crisis, subirán los impuestos a los que trabajan y después vendrán los recortes. Nos encontraremos en la paradoja que pagaremos más para recibir peores servicios y pronto todos seremos iguales en la ruina.
Todos no, ellos seguirán yendo a la clínica Rubber, llevaran a sus hijos a escuelas privadas y se irán de vacaciones en Falcon a La Mareta.
Y nos preguntaremos: ¿Cómo hemos caído tan bajo?. Miremos esa ficticia foto de la comida de Navidad con “nuestros” padres (de esta patria en descomposición), tan incompetentes como faltos de escrúpulos y tendremos la respuesta.
Ahora nos prometen 800.000 puestos de trabajo. La última vez que un socialista prometió 800.000 puestos de trabajo ya sabemos como acabó la cosa. ¿O no nos acordamos?
Que nuestros hijos y nietos nos perdonen por el solar que les vamos a dejar.
Octubre 2020