En las fotos que encabezan este articulito es imposible encontrar a alguien que no viva del trabajo ajeno. Políticos y sindicalistas que desconocen lo que es trabajar se autoproclaman representantes de la clase trabajadora, a la que realmente desprecian, pero que intentan engañar para arrancarles su voto. Después de arrancarles una parte muy importante de su esfuerzo. Parásitos que son incapaces de disimular su condición.
Nunca reivindican que los trabajadores paguemos menos impuestos.
Eso no se toca. Hay que escurrir el limón que el marisco y los áticos están caros.
Al contrario, defienden el aumento de impuestos hasta extremos confiscatorios con la cantinela de que los pagaran los ricos. En España los impuestos los pagamos mayormente los trabajadores. Por cuenta propia o ajena. En tanto el poder adquisitivo de los españoles es el que más ha bajado entre los países de la OCDE, las tarifas del IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) no se han deflactado. Nuestro gobierno “progresista” nos lleva a tener que reducir la cesta de la compra dos veces; una por la subida de precios (¿quién compra aceite de oliva?) y otra porque hay que pagar más impuestos.
Estos que aparecen (y otros enamorados que no aparecen) son los que están arruinando a la clase trabajadora y lo único que se les ocurre es que “los demás” suban salarios, bajen precios, repartan beneficios, pero ellos continúan asfixiando a impuestos al trabajador que ve comprometido su futuro y el de sus hijos.
Y tienen la cara dura de decir que están defendiendo los avances y la democracia. Cuando a ellos no les ha elegido el pueblo. Temen las listas abiertas y tienen que estar haciendo “méritos” para que el jefe les incluya en buen puesto de salida. No nos representan.
Defienden los Falcon, los sueldazos, sus chollos, la impunidad y el saqueo.