25 N Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

El domingo día 23 de noviembre se celebró en nuestro pueblo la V MARXA POBLES CONTRA LA VIOLÈNCIA MASCLISTA. Un grupo entonaba canciones y consignas en el entarimado (últimamente permanente) que disfrutamos en la plaza. En algún momento parecían más bien un grupo de holigans bramando. En ese primer momento no había apenas público. Solo se llenó el aforo de sillas con la llegada de los/as compentes de la marcha de distintos pueblos de l´Horta, con sus pancartas, sudaderas violeta, mochilas violeta, batucada, consignas y bailes.

Nunca he podido entender el efecto positivo que puedan tener los octogonos violeta, los carteles de “municipio protegido contra la violencia de género”. Tampoco la eficacia de las sudaderas y resto de prendas violeta. Pero lo que me resulta menos entendible es que una situación que debiera motivar al duelo y gtener una actitud serena y de respeto, se celebre con bailes y batucadas. Una fiesta por una lacra.

Que alguien pudiera rendir homenaje a las víctimas del terrorismo, con bailes, músicas y consignas vacías, me parecería una falta de respeto por las víctimas.  Por esto nunca podré entender que se haga con víctimas de violencia. Cualquier violencia.

Todo ello sin considerar que este tipo de actos, suponen la utilización de fondos públicos, directa e indirectamente. Utilización de espacios, presencia de fuerzas de orden público y otros funcionarios (que evidentemente cobran) y que sin embargo, en situaciones de necesidad no se les encuentra. El domingo, en Sedaví, entre dotaciones de la Guardia Civil, policía municipal, protección civil y vehículos municipales habría casi una decena de coches. Algunos dando mal ejemplo.

Cuando algo tan grave como la violencia, se trata tan a la ligera y con fines de confrontación política, es como tratar una enfermedad que no se quiere curar. Es mejor seguir vendiendo fármacos que disimulen los síntomas e ir haciendo caja. Y además monopolizar los chiringuitos que expenden las “grajeas violeta”.

Por mucho que griten que el negacionisma mata (¿Quién niega que mueran mujeres?), lo que si que no salva vidas, son los chiringuitos y el despilfarro.

Y lo dicen las estadísticas.

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