https://es.wikisource.org/wiki/La_lepra_catalanista
Hace más de 100 años, exactamente hace 116 años, Vicente Blasco Ibáñez, valenciano universal, republicano, político que vivía de su trabajo e ingenio y no de la mamandurria, escribía un artículo en el periódico El Pueblo del 13 de junio de 1907 un artículo titulado “La lepra catalanista”.
Un artículo duro, como los tiempos en que se escribió, pero con párrafos enteros de increíble actualidad. Habla de Barcelona, como centro de la política catalana y catalanista.
Hoy estamos viviendo un chantaje a los españoles cimentado en la falta de principios de Pedro Sánchez, perdedor de las elecciones, que por permanecer en el poder trocearía a su propia madre. La cara visible de los chantajistas es JUNTS (si olvidar ERC, PNV y Bildu) que Blasco Ibañez definía en su artículo como la “burguesía separatista barcelonesa, frailuna, vetusta, partidaria de la independencia del famoso Principado, piojoso y sanguinario, que dejó marcadas en la historia las huellas de una ferocidad fenicia, bárbara, horripilante”.
Le faltó tildar de corrupta y ladrona.
Estos separatistas, que dicen querer autogestionarse, realmente son como el parásito que necesita vivir dentro del cuerpo del anfitrión (España), son los endoparásitos, que pretenden según la definición etimológica del térnimo “come o vive a costa de otro”. No quieren separarse realmente del anfitrión, aunque existan algún parasitoide que persiga su muerte.
Quieren atiborrarse sin pensar en dosificar sus abusos, y en el caso de su relación con la Comunidad Valenciana a la que reclaman como parte de sus “paisus catalans” se materializa en hostilidad y desprecio a lo que representa su historia, su cultura y su economía. Decía en el mismo escrito Blasco Ibáñez: “Valencia, que ha sido la Cenicienta del Mediterráneo, en cuyo puerto impera la más honda miseria, por culpa de Barcelona, que lo absorbe todo, que es el verdugo de Levante, que quiere convertir toda España en huevo para tragarse hasta la cáscara…” Totalmente actual.
Cataluña y su quinta columna (autóctona o importada) no respeta a los valencianos. Los trata como unos disminuidos en su voluntad y carácter, hostiga e interfiere en casa ajena, con el comportamiento de un colonialista saqueador. Intentan apropiarse de la cultura e historia valenciana, de sus costumbres, de su gastronomía y piensan que el expolio será más fácil si debilitan a su codiciada presa. Exigen ventajas para Cataluña (aquí se olvidan de los “paisus”) al tiempo que imponen a Sánchez la tarea de minar la Comunidad Valenciana, frenando inversiones o impidiendo la ampliación del puerto, manteniendo la infrafinanciación en un claro ejemplo de injusticia. Todo ello aplaudido por catalanistas como Ribó, Baldovi, Ximo Puig y sus cuadrillas que se oponen a cualquier evento que proyecte a la Comunidad Valenciana (Copa América, etc.)
Blasco Ibañez ya lo tenía claro hace más de un siglo: “¿Qué ejemplo imitan, pues, los catalanistas al intentar aquí un desembarco unidos al desvergonzado y cínico Soriano? ¿Qué se les ha perdido aquí, si nadie les llama, ni los necesitamos ni son útiles a Valencia?”
Decía Blasco Ibañez que desde Valencia “habiendo podido tomar parte en la misma Barcelona en actos que molestasen a los catalanistas, hemos observado siempre una prudente y correcta conducta, procurando no intervenir ni mezclarse siquiera en un problema esencialmente local con el propósito de no envenenar pasiones y no excitar odios”.
La hostilidad catalanista es permanente.
El desprecio a lo valenciano constante.
Que existan catalanistas que nos quieran hacer creer en su valencianismo, una verguenza.