
Los “Guasaps de Ábalos”, guardan cierto parecido de fondo con aquellas cuentas que presentó Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán a Fernando El Católico para justificar unos gastos exagerados e irreales durante la campaña en Nápoles y Sicilia contra los franceses y que supuso la victoria y la incorporación del reino de las Dos Sicilias a la corona española.
Hay dudas sobre la realidad de dichas cuentas, que enumeran los importes gastos en partidas irreales, y que finalizan con “Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino.»
Como se diría actualmente: “se hablaba de pasta y favores”.
Ábalos hizo a Sánchez y lo convirtió en presidente con la ayuda de alguna “pájara” y un puñado de traidores, corruptos y ladrones. Y a partir de este momento, el saqueo de instituciones y empresas y la corrupción alcanzó límites insospechados. Muchos/as se hicieron ricos y nunca sabremos cuanto. Pero nos lo imaginamos.
Äbalos sabe que Sánchez le debe casi todo lo que tiene y no entiende porque está pagando la cuenta de los desmanes de toda la banda. Quizá su comportamiento resulta más escandaloso pero entiende que responde a las licencias que debería tener por ser el artífice del asalto al poder que ha permitido lucrarse a todos los demás. De una manera u otra los frutos de la corrupción los han cosechado casi todos. Pero aquí escandaliza más unas “fiestas” en algunos Paradores que asuntos como el de Delcy, comisiones durante la pandemia, pactos con filoetarras, con golpistas, asalto a empresas, reparto de cargos en consejos de administración, etc.
Y Ábalos, quiere una solución. ¿Quién no recuerda a toda la izquierda, traidores del PNV y ultraderechistas de JUNTS aplaudiéndole el día de la moción de censura? Y ahora todo esos hipócritas, si se les preguntan dicen que apenas lo conocen, que nunca hablaron con él.
Pero la solución no acaba de llegar. Äbalos no se fía de Sánchez (cosa normal) y los jueces van haciendo camino a pesar de los ataques que recibe la Justicia.
Ábalos es un golfo. Hace años que lo es. Lo era antes de subirse al Peugeot. Pero seguramente es el más inteligente de los cuatro que viajaban en el coche. Otra cosa son sus aficiones.
Ábalos trabajó poco. Muy poco. Pronto vio que para alguien como él, el PSOE era el futuro. Y no se equivocó. Escaló por méritos propios y supo aprovechar la situación. No tenía el físico para presentarse como candidato en ningún cartel electoral, pero si la falta de escrúpulos para apostar por alguien con parecido nivel moral y auparlo a lo más alto.
Pero la gente no es agradecida. Máxime si eres un psicópata narcisista. Y Ábalos se ha sentido abandonado a pesar de los pactos entre rufianes que le permiten seguir como aforado y votando desde el grupo mixto lo mismo que el PSOE. Pero los jueces avanzan.
Y la solución no viene. Pensar en el indulto, supone una condena previa. Y Ábalos no se fía.
Queda pues la solución “me esfumo”. En un país donde un reclamado por la justicia como es Puigdemont, entra, da un pequeño mitin y se va sin que la policía y en especial los “mosus” lo detengan, Ábalos puede escapar con media docena de pasaportes aunque le hayan retirado el suyo. Pero para esfumarse, un especialista en maletas como es Ábalos, querrá llevarse varias y no precisamente vacías. Y seguramente ahí está el problema. No por falta de dinero, que se roba donde sea, sino por aquello de que, si por un suponer Ábalos aparece un día en Colombia o en la República Dominicana bronceando su barriga, y llegue a pensar que quizá ha salido barato a sus colegas y se le ocurra pedir alguna actualización. Por aquello del IPC.
O alguien le proponga escribir sus “Memorias” a cambio de un buen cheque. Recordemos que Bono, que no vendió ni un libro, cobró un buen pellizco. Y seguro que las “Memorias” de Ábalos serían un bestseller. Y Sánchez, tampoco se fía de Ábalos.
Así que de momento, llegaron los “guasaps”. Nada nuevo bajo el sol. Denotan el nivel del autor, le dan un pequeño aviso, ponen en evidencia a sus cómplices (de momento solo a algunos) y un puyazo de atención.

Ábalos, lo dijo bien claro: “He venido a la política a quedarme”.
Si no puede quedarse en la política, intentará quedarse con todo lo que pueda.
Hablamos de pasta y favores.