Vivimos en un momento en el que se está haciendo patente un retroceso general de libertades en la sociedad española. Retroceso agravado por la pandemia, pero ya en una fase de desarrollo superior antes de la llegada del COVID-19.
Mirando atrás, como nación nos ha sucedido lo que a cualquier estudiante que no ha trabajado durante el año y llegado al examen final es consciente del tiempo perdido. Aunque se matricule en una “maría” para pasar sin esfuerzo, la asignatura no se va a aprobar y si se aprueba “raspando” va a ser sin adquisición de conocimientos.
Hemos suspendido en “Democracia”. Lo teniamos casi todo para aprobar y comenzamos por matricularnos en “democracia” (con minúscula). No adquirimos los conocimientos y nos limitamos a leer el manual que nos ofrecían. Sin ningún interés en profundizar. Había que aprobar y listo. Y el manual era tan breve que solo tenía un capítulo: “Del derecho a introducir el voto en la urna”. Ahí acababa la asignatura. Realmente era una “maría”. Cualquiera aprobaba “democracia”. Pero el resultado fue el mismo que la elección de cualquier “maria” en estudios universitarios del tipo “Introducción a ….”: no ha servído para nada.
No exigimos una Democracia (con mayúsculas) porque nos era más fácil adaptarnos al sucedáneo. Vivir en Demoracia requiere de un esfuerzo, una preparación y un comportamiento respetuoso.Exigirnos para exigir. Y como estábamos en disposición de que nos engañaran, nos engañaron. Habían creado el mundo de los que “votan cada cuatro años” y los que administran ese voto sin control. Resultado: Corrupción. En todos sus aspectos, desde la más llamativa como es el robo en todas sus variedades hasta la confección de las listas que hemos de votar limitando nuestra libertad de elección.
Y entre elección y elección vendiendonos progresismo e igualdad. Como si progresismo fuera progreso o igualar en la miseria algo bueno. Pero seguimos dispuestos a que nos sigan engañando. Y ahora, con un gobierno que tiene claro que no tenemos aprecio por la Democracia, que entiende que no merecemos respeto, estamos asistiendo a la desaparición de sus últimos vestigios con un control de los medios de información, censura desde el Gobierno, eliminación de las libertades individuales, reescritura de la historia, control de la judicatura, creación de un ministerio de la verdad y por supuesto adoctrinamiento y adocenamiento en las escuelas.
Una sociedad controlada por el Estado. Un Estado dirigido por un Gobierno con vocación de totalitario.
Suspendimos en Democracia. La sociedad debía controlar los excesos del Gobierno, pero como nación no nos hemos esforzado.
Noviembre 2020