VIVIMOS ESTAFADOS, CONTENTOS Y FELICES

Parece que vivimos en una democracia representativa, donde los votos tras unas fórmulas matemáticas y con ajustes en función de la población por provincias se convierten en diputados y estos, si no hay una opción que tenga la mayoría absoluta, mediante acuerdos y pactos forman gobierno y eligen al presidente. Más o menos.

El voto es la parte del contrato que afecta al ciudadano. La parte del político debería ser el cumplir con un programa electoral que procurara mejorar el bienestar general. Más o menos.

Sería deseable que alguien que va a gestionar dinero público y tomar decisiones que afectan a los ciudadanos, además de estar instruido fuera honrado. Deseable.

Sería deseable que cuando el político compra nuestro voto no lo hiciera con mentiras, ya que estaría incumpliendo su parte del contrato. Muy deseable.

Sería normal que existieran contrapoderes y controles que impidieran estafas y abusos por parte de los Gobernantes y exigir responsabilidades a políticos corruptos y tiranos. Totalmente normal.

Pero, no. La política se ha convertido en la actividad donde el riesgo de ser condenado por delitos es menor y esto ha producido un efecto llamada. Los jueces han perdido su independencia y los inmorales, descuideros, atracadores y extorsionadores campan por sus fueros.

Donde hace unas décadas encontrábamos catedráticos, juristas de prestigio, economistas…y personas de mérito, ahora pulula una fauna diversa con un rasgo común: mediocridad y pillaje. Personajes que en la vida privada no podrían ganarse honradamente la vida han sido elevados a la condición de dirigentes de este país.  Personajes que nunca han producido nada ni generado un céntimo de riqueza (esa que se reparte de una manera u otra, pero llega a la sociedad), emborrachados (y emborrachadas) de poder, quieren beberse, ya no la botella entera, sino todas las futuras cosechas. Paga el pueblo, o sus hijos y nietos. Y para ello necesitan “pagafantas” que sigan votándoles (hasta que decidan que no hace falta ni votar). ¿Y quien mejor para engañar sino a quien está en la ruina intelectual, económica y moral?. Alguien que después de burlarse repetidamente de él, engañarlo constantemente y robarle a diario, sigue creyéndose el cuento de los autonombrados “progresistas”,  “demócratas” e “igualitarios”

¿Alguien volverían a comprar deuda preferente?. Posiblemente no. Pero siguen comprando repetidamente la deuda progresista y de igualdad.  Y si en el caso de las preferentes costó hacer justicia y que muchos estafados recuperaran su dinero, la deuda progresista, no se cobra, se paga. Y siempre se paga. Aunque sea fruto también de una estafa que hará igual de incultos, igual de pobres,  igual de esclavas a las futuras generaciones. Eso sí, con título de  “progresistas” y “demócratas” como en aquella cárcel que se llamaba República Democrática Alemana. O la tropical Cuba. O la Venezuela de Maduro.

“Robar es un delito, pero arruinar el país es traicionar a la Patria”

(José de San Martín 1778-1850)

Diciembre 2020

Deja una respuesta